Valaquenta
El Valaquenta es la historia conocida y contada por los elfos de los Valar. En un inicio, solo existía Eru, conocido también como el Ilúvatar, que a partir de su propio pensamiento creó a los Ainur. Estos crearon el mundo, al tocar frente a él una hermosa música, que posteriormente Eru hizo visible. Entonces, aquellos Ainur que desearon, bajaron al mundo, con el deseo de continuar dándole forma. Largo tiempo trabajaron, hasta que crearon Arda, el reino de la Tierra, donde poco después descendieron con el objetivo de habitar junto con los hijos del Ilúvatar.
De los Ainur que bajaron, los que poseían más poder fueron los llamados Valar, conocidos por los elfos como los poderes de Arda y frecuentemente por los humanos como dioses. En total eran catorce; siete grandes señores y siete grandes reinas. Existió hace tiempo otro Valar, el más poderoso de todos, Melkor.
A ojos del Ilúvatar, Manwë y Melkor eran hermanos, pero Manwë, al contrario que Melkor, era más cercano a los propios pensamiento del Ilúvatar, por lo que fue designado como el señor de Arda, el primero de los grande reyes. Su poder residía en los vientos, y por ella que era conocido como Súlimo, Señor del aliento de Arda. Junto a él estaba Varda, la dama de las estrellas cuya belleza no se podía describir con palabras humanas o élficas, pues la luz del Ilúvatar residía en ella. Antes de conocer a Manwë, Varda sabía de la existencia de Melkor, pues lo rechazó antes de que la música hubiese sido ejecutada, provocando en Melkor un intenso odio y temor. Varda y Manwë raramente se separaban, pues si Varda está a su lado, Manwë puede ver a través de la niebla y más allá del mar, y si Manwë esta junto a Varda, ella puede escuchar el sonido de las voces que se encuentran en los oscuros abismos que creó Melkor. Varda es a quién más adoran los elfos y llaman Elbereth, la Reina de las Estrellas, ensalzándola en cantos cuando las estrellas aparecen
Él conocido como Ulmo es el señor de las aguas, vive en solitario, trasladándose por las aguas alrededor de la tierra. Sigue en poder a Manwë, aunque pocas veces es visto en los consejos de los Valar, pues no le gusta andar sobre la tierra. Los hijos del Ilúvatar sentían un gran temor y respeto por Ulmo, pues cuando este aparecía ante ellos, lo hacía en forma de una gran y majestuosa ola. No obstante, Ulmo ama tanto a los hombres como a los elfos, siendo el único que no los abandona cuando la ira de los Valar cae sobre ellos. La voz de Ulmo es oída como música por lo moradores de la tierra, pues todas las masas de agua están sometidas a él, estando su espíritu presente en todas partes. Ulmo es consciente de todo lo que pasa, incluso ante de que llegue a los oídos de Manwë.
Poco o menos poder que Ulmo tiene Aulë, quien domina todas las sustancias que forman Arda y dio forma a las tierras. Es herrero y maestro de todos los oficios artesanales, deleitándose de todos los trabajos que requieren algo de habilidad. De todos los elfos, fueron los Noldor quienes más aprendieron de Aulë. Melkor sentía celos de Aulë, pues ambos eran bastante parecidos en cuanto a pensamiento, por lo que siempre acababa destruyendo o corrompiendo las obras de Aulë y este tenía que estar reparándolas continuamente. Ambos también deseaban crear cosas nuevas que el resto de Valar no hubiesen pensado, aparte de que ambos se deleitaban con las alabanzas. La esposa de Aulë es Yavanna, aquella que da frutos. Es amante de todas las cosas que existen en la tierra y conserva en su memoria todas las formas de los seres vivos. Aunque aparezca en forma de mujer, Yavanna a adoptado numerosas identidades, como un hermoso y gran árbol, cuyas raíces estaban en contacto con las aguas de Ulmo y sus hojas hablaban con los vientos de Manwë
Los Fëanturi, amos de los espíritus, son hermanos y con frecuencia responden a los nombres de Mandos y Lórien, sin embargo estos son los nombres de los lugares en los que habitan, y sus verdaderos nombres son Námo e Irmo respectivamente. Námo, el mayor, es el guardián de la casa de los muertos, conoce todo y sabe lo que ocurrirá a excepción de eventos que dependen de la voluntad del Ilúvatar. Es el juez de los Valar, aunque lo hace bajo el mando de Manwë. Vairë, la tejedora, es sus esposa. Teje todos los eventos que ocurren u ocurrirán en el tiempo, adornando así las estancias de Mandos. En cambio Irmo, el menor, es el patrón de las visiones y los sueños. Sus jardines se encuentran en Lórien, siendo estos los más hermosos de Arda. Está casado con Estë, la curadora de heridas y de la fatiga. Su don el reposo y por el día no camina, sino que descansa en una pequeña isla en el lago de Lórien. Poderosas son las fuentes de Irmo y Estë, capaces de eliminar el agotamiento y otorgar alivio, incluso a los Valar, que de vez en cuando se refrescaban en ellas.
Nienna es hermana de los Los Fëanturi y, al igual que Ulmo, vive sola. Está familiarizada con el dolor y lamenta todas las heridas que ha sufrido Arda por culpa de Melkor. Aquellos que escuchan su llanto, aprenden a tener piedad y firmeza en la esperanza. Rara vez se la ve en la tierra de los Valar, pero si se presenta, lo más probable es que este en los salones de Mandos, donde las almas claman por ella, pues convierte el dolor en sabiduría
Tulkas es el más grande en fuerza y fue el último en llegar a Arda para ayudar a los Valar en su enfrentamiento contra Melkor. Ama la lucha, aunque poco conoce de dar consejos. Su esposa es Nessa, hermana de Oromë. Ama a todos los animales del bosque, que acuden a ella porque ella misma es un espíritu salvaje; pero los ciervos son sus criaturas favoritas, y siguen a su séquito cada vez que se interna con él por los campos y los bosques, siendo capaz de ganar a esos mismos ciervos en carrera. Además le gusta la danza y baila asiduamente en las praderas verdes de Valinor.
Oromë es un poderoso señor, no tanto como Tulkas, pero más terrible en la cólera. Fue el último en abandonar la Tierra Media, dejándola de mala gana para seguir al resto de Valar hacia Valinor. Es cazador de monstruos y adora tanto a los caballos como a los perros. Nahar es el nombre que recibe su caballo, cuyo pelaje resplandece bajo el sol. Siempre va acompañado de un cuerno, Valaróma, cuyo sonido es oído en los bosques donde Oromë prepara a bestias y a gente para perseguir a las criaturas de Melkor. Su esposa, Vána, es la hermana menor de Yavanna. Por donde ella pasa, las flores brotan abriéndose cuando esta posa su mirada sobre ellas.
Entre ellos, nueve eran los más poderosos, pero uno, Melkor, fue eliminado, quedando ocho, los Aratar; Manwë, Varda, Ulmo, Aulë, Yavanna, Mandos, Nienna y Oromë. Aunque Manwë sea el gobernador de ellos, todos los Aratar son pares en majestuosidad, sobrepasando sin comparación al resto de los enviados por Ilúvatar, sean Maiar o Valar.
Junto a los Valar vinieron los Maiar, de menor jerarquía eran los sirvientes de los Valar. Principales entre los Maiar, cuyos nombres son recordados desde las edades más antiguas, son Eönwë, el heraldo del estandarte de Manwë, Ossë, vasallo de Ulmo al que Melkor tentó en busca de controlar el mar a cambio de otorgarle el poder de Ulmo, aunque fue en vanó, pues Ossë busco el perdón de los Valar, siéndoles fiel la mayoría de las veces, y Mairon, uno de los Maiar de Aulë que se vio atraído por el poder y las mentiras de Melkor, convirtiéndose así en Sauron, su más leal sirviente